Casa de los nueve pórticos
Arquitectos
Sol89. María González y Juanjo López de la Cruz
Colaboradores
Javier Valenzuela, Miriam Domínguez, estudiantes de arquitectura; Duarte y Asociados, estructura; Miguel Sibón, instalaciones
Arquitecto Técnico
Cristóbal Galocha
Promotor
Privado
Constructora
Meta 360
Fotografía
Fernando Alda

Gemma y Álvaro deciden hacerse su primera casa tras décadas viviendo en Bélgica con la memoria de su vida en Cataluña y Asturias siempre presente. Vuelven a Andalucía, donde él estudió, buscando la vida de un pueblo del sur, luminoso, apacible, cercano a Sevilla, donde reencontrarse con algún amigo común.
Adquieren una parcela de 5×30 metros con una sola fachada orientada casi al norte en la calle principal. El solar es estrecho y largo, resultado de las parcelaciones agrícolas que permitían la convivencia de la vivienda con alguna edificación destinada al acopio de aperos de labranza o corrales. El programa a desarrollar es modesto, apenas un par de dormitorios y alguna particularidad, como un habitáculo donde ambos puedan disfrutar de un baño de vapor, un lugar donde Gemma pueda hacer grabados y donde tener una pequeña cocina exterior. Esperan visitas de amigos y familiares de vez en cuando a los que querrían acoger. Acarrean objetos, libros y cuadros, rastros de toda una vida, también llevan consigo recuerdos de haber vivido en lugares intensos cuya vivencia querrían recuperar: un pozo y un árbol, un patio, la luz meridional.
Las proporciones del solar y la memoria agrícola de estas parcelas sugieren generar un espacio por repetición de pórticos equidistantes, los cuales definen crujías que se construyen en una o dos plantas o se ahuecan para generar patios, proporcionando un espacio continuo que va matizando sus características ambientales y funcionales. De este modo se crea una secuencia pautada por un primer patio de recibo que matiza las relaciones con la calle, a continuación tres crujías que albergan la vivienda, una crujía más de la que solo queda la estructura para formalizar un porche ensombrecido a modo de palio, dos crujías que constituyen el patio al sur (más bien un hortus conclusus) y un último volumen que remata el solar como un pabellón donde pintar y cocinar con amigos, cuya cubierta, más baja que el resto de la casa, se planta con especies arbustivas, continuación del jardín donde el pozo y el árbol que habitaban en la memoria de Gemma toman forma como un caqui y una pequeña alberca cuyo vaciado procura el agua para el riego.
