Casa en el mercado

Situación Mercado de Feria, Sevilla
Superficie 250 m2
Año 2012

Arquitectos
Sol89. María González y Juanjo López de la Cruz

Cliente
Privado

Constructora
Fernández Carbonero SL y autoconstrucción

Fotografía
Fernando Alda

Nacer en la calle Ancha de la Feria y encararse con la humanidad que hierve en ella apenas se ha cansado uno de andar a gatas y se ha levantado de manos para afrontar la vida a pecho descubierto, es una empresa heroica, que imprime carácter y tiene una importancia extraordinaria para el resto de la vida, porque súbitamente la calle ha dado al neófito una síntesis perfecta del Universo. Son esas calles que milagrosamente llevan siglos de vida intensa, sin que el volumen de su pasado las haya envejecido; son viejas y no lo parecen; sin que se les haya olvidado nada, viven una vida actual febril y auténtica, vibrando con la inquietud de todas las horas; en cada generación se renuevan de manera invisible y naturalísima.

 

Chaves Nogales, Manuel.
«Un niño en una calle de Sevilla»,
en Juan Belmonte, matador de toros, 1970.

 

El proyecto surge de una situación de urgencia: una orden de ejecución municipal obliga a intervenir en esta casa de finales del XIX con inmediatez para reparar las patologías detectadas por la inspección técnica efectuada años antes. La premura impuesta y la inversión medida condicionan el modo de intervención; decidimos demoler y desmontar a la vez que se hace el proyecto para ir conociendo paulatinamente lo que la casa pudiera ocultar. Retiramos los falsos techos, particiones y revestimientos que velaban muros y forjados desde que en los años ochenta hubo un intento de convertir la vivienda en una especie de apartamento, tentativa imposible de domesticar la ambigüedad de esta morada centenaria de carniceros del Mercado contiguo que penetra sinuosa en la manzana.

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En este proceso donde borrar es más necesario que dibujar y donde el proyecto se hace y deshace sucesivamente, vamos descubriendo poco a poco una casa latente que permanecía oculta, velada bajo el disfraz de tabiques, morteros y escayolas. Forjados de madera y muros marcados por huecos cegados con el tiempo relatan una construcción hecha a trazos a partir de una negociación continua con sus vecinos, que habría de provocar el cambio continuo de su perfil a lo largo de los años. Sobre la marcha decidimos retirar los forjados y vigas en peor estado, introducir dinteles y recuperar huecos que existieron en otro momento, cediendo superficie a cambio de ganar volumen. También optamos por conservar aquellos elementos revelados que narran la historia de aquel lugar, asumiendo que el tiempo también construye. La casa va pareciéndose a lo que en principio debió ser: un lugar donde construcción y vacío se alternan en similar proporción.

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Continuamos desvelando pacientemente, se diría que como arqueólogos más que como constructores, y el mal estado de los muros y dinteles de la planta a nivel de calle, donde existía un bar de mercado abandonado, obliga a intervenir en él. Decidimos entonces hacer muy poco, apenas recuperar el vacío de esa planta adintelando muros que dejen pasar el aire. Surge así una continuación del espacio de la calle que se mete dentro de la casa, como un pasaje, un zaguán o un adarve, como los vacíos que desdibujan el espacio común en la trama abigarrada y al tiempo porosa del centro de Sevilla. Ese lugar se convierte en el “jardín” de la vivienda, con la peculiaridad de que está debajo de ésta, un espacio sin programa en el que pueden suceder todos los usos, un sitio de pasos y encuentros como lo es la propia plaza tumultuosa del Mercado de la calle Feria.

El proyecto resulta ser como un texto continuado a partir de otro ya existente, donde ha habido que borrar párrafos que resultaban ilegibles por el paso del tiempo y donde se leyó pacientemente lo ya escrito para que los nuevos renglones convivan con los anteriores, continuando la historia ya comenzada tiempo atrás.

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