Centro de Formación Reciclado
Arquitectos
Sol89. María González y Juanjo López de la Cruz
Colaboradores
George Smudge y David Rodríguez, estudiantes de arquitectura
Arquitecto Técnico
Víctor Baztán
Cliente
Particular
Constructora
Construcciones Hermanos Cordero S.A
Fotografía
Jorge Yeregui

En el verano de 2006, los restauradores del museo de Bellas Artes de Boston descubrieron que bajo el lienzo de Van Gogh El barranco, existía otra pintura velada del maestro holandés que los historiadores creían perdida, Naturaleza salvaje. En nuestras ciudades, suceden casos similares de superposición. La realidad edificada que observamos puede ocultar otras versiones, quizás más valiosas que las que han prevalecido. A partir de ellas, es posible continuar caminos abandonados en su día.
Ese mismo año, se nos encargó construir un pequeño centro de formación en el puerto industrial de Huelva. La parcela, esquinada y hundida, albergaba una edificación prefabricada abandonada que había sido utilizada como almacén. En lugar de demoler para reconstruir, propusimos reutilizar ese antiguo módulo. Sospechamos que bajo su presencia ruinosa existía una versión más genuina y versátil del edificio, a partir de la cual podríamos reescribir su historia. Consideramos la capacidad de las preexistencias para regenerarse y asumir nuevos usos. Esto estira la idea tradicional de rehabilitación y nos lleva a pensar en una segunda vida de los edificios, que ofrezca una mejor versión de nuestras ciudades. Influenciados por el cambiante paisaje portuario, adoptamos un enfoque de pabellón en lugar de edificio, de apoyar en lugar de cimentar, de prefabricación en lugar de construcción, y de transitoriedad en lugar de perpetuidad. La idea es reutilizar, repensar y superponer vidas para resaltar las mejores cualidades del edificio encontrado.
La lógica constructiva del edificio abandonado favorece la idea de reciclaje. Desmontamos el edificio existente, reciclando la mayoría de los subproductos del derribo. Respetamos la cimentación, estructura y cubierta, y montamos los nuevos elementos constructivos. Esto mejoró el comportamiento térmico, la iluminación natural y la ventilación. Jorge Yeregui, un artista, registró el proceso de desmontaje y reciclado del pabellón a través de una serie de fotografías tomadas desde el mismo punto de vista y a la misma hora. Una vez despojado, la esbelta estructura metálica emergió, apenas apoyada sobre el terreno. A partir de ahí, retomamos un camino diferente al de la vida anterior del edificio. El nuevo uso se formalizó con tres elementos: una pasarela flotante, un núcleo central y una piel exterior. Un último elemento vertical emerge de la cubierta, albergando las instalaciones y anunciando la presencia del centro de formación reciclado a los visitantes del puerto.