Espacio de arte en un antiguo convento
Arquitectos
Sol89. María González y Juanjo López de la Cruz
Colaboradores
Alejandro Cabanas, Instalaciones; Andrés Pino, estudiante de arquitectura
Arquitecto Técnico
José Castro
Cliente
Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla
Constructora
Cotracom S.L.
Fotografía
Fernando Alda

Un lugar no es sólo su presente, sino también ese laberinto de tiempos y épocas diferentes que se entrecruzan en un paisaje y lo constituyen; así como pliegues, arrugas, expresiones excavadas por la felicidad o la melancolía, no sólo marcan un rostro sino que son el rostro de esa persona, que nunca tiene sólo la edad o el estado de ánimo de aquel momento, sino el conjunto de todas las edades y todos los estados de ánimo de su vida.
Claudio Magris, El infinito viajar.
El proyecto interpreta el convento donde se inserta como un contexto continuamente alterado a lo largo de los siglos, un espacio cambiante producto de las transformaciones sucedidas en el tiempo que lo han ido marcando con diversas huellas y cicatrices.
El edificio intervenido ha sufrido numerosas alteraciones desde que fuera fundado en el siglo XVI como convento de Madre de Dios de la Piedad. Tras la desamortización de 1868, fue destinado a Facultad de medicina en 1869 y las corrientes higienistas e ilustradas llevaron a los arquitectos de entonces a multiplicar y agrandar los escasos huecos que salpicaban sus muros; en 1931 fue devastado por un incendio, tras lo cual acogió diversas facultades universitarias hasta hoy día, que alberga la sede del Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla. Más allá del interés historiográfico, toda estas transformaciones sugieren una alteración material continua que trasciende estilos y diluye certezas patrimoniales, confirmando la paradoja de que finalmente es el espacio, aquello más intangible, lo que perdura con mayor resistencia incluso que la construcción.
El proyecto se apoya igualmente en una reflexión en torno a la exposición del arte contemporáneo. Al rememorar algunas obras de este siglo, podemos reconocer que buena parte de la expresión del arte actual entiende el espacio arquitectónico como materia de trabajo. Son prácticas que consideran que la sala expositiva es ya, en sí misma, el lugar de la creación. Así un espacio de exposición contemporáneo no puede proyectarse como un lugar estático donde las obras se expongan replicando la antigua relación fondo-figura con el soporte expositivo sino que la arquitectura podría no ser del todo concluyente. Como si de un relato inacabado se tratase, un espacio así debería quedar en puntos suspensivos, a la espera de que cada exposición venga a completarlo.