Intervención en la almadraba de Nueva Umbría
Arquitectos
Sol89. María González y Juanjo López de la Cruz
Colaboradores
Rosa Gallardo, Elena González y Álvaro Valverde, arquitectos en Sol89; Enrique Vázquez, estructura
Arquitecto Técnico
Cristóbal Galocha
Promotor
Dirección General de Ordenación del Territorio, Urbanismo y Agenda Urbana.Consejería de Fomento, Articulación del Territorio y Vivienda. Junta de Andalucía
Constructora
Maralva. Construcciones y Obra Civil SL
Fotografía
Fernando Alda

Ubicado en el paraje natural de la Flecha del Rompido, el Real de la Almadraba fue edificado en 1929 tras cuatro siglos de este arte de pesca del atún en el litoral onubense. El conjunto se compone de tres ámbitos bien diferenciados: un área formada por una serie de galpones emplazados a modo de campamento donde habitaban los trabajadores de la Almadraba, la Casa del Capitán y el grupo de piezas industriales que permitían el mantenimiento de los pertrechos de pesca, compuesto por el embarcadero, la caseta de gasoil, la caldera de fundición del alquitrán y su chimenea, y el alquitranadero. Finalmente el Real de la Almadraba se abandonó en los años setenta y fue declarado BIC en 2015
La intervención actúa sobre las piezas industriales y se completa con un nuevo sendero peatonal que une la desembocadura del río Piedras y el océano Atlántico. La rehabilitación se divide en dos ámbitos, el embarcadero y la caseta de gasoil, de los cuales apenas restaba su traza, y la caldera, la chimenea y el alquitranadero, en mejor estado de conservación aunque necesitados de una fuerte intervención. El embarcadero era una pieza inundable construida con piedras del lugar a modo de dique. Las dificilísimas condiciones de ejecución, a expensas de las mareas y de las complejas condiciones de abastecimiento, han conllevado que reconstruyamos el embarcadero con una técnica cercana a la manera romana: a partir de la traza del antiguo embarcadero, utilizando sus restos como cimentación, se ha construido un muro perimetral de hormigón ciclópeo con piedra grauwaca del lugar mediante tongadas que aprovechaban la bajamar para su puesta en obra. Esos muros, armados con fibra de vidrio en vez de acero para evitar la corrosión, quedan arriostrados por una solera inferior y otra superior. Esta forma de construcción donde el hormigón es vertido por tongadas y picado posteriormente, conforma un volumen estratificado, casi geológico, más cercano al origen de este tipo de embarcaderos y acorde al conjunto protegido y al borde fluvial. Finalmente, la solera superior que conforma el pavimento del embarcadero, se acanala mediante un molde ejecutado in situ que genera un dibujo en espiga, motivo que se repite en el Real de la Almadraba en los pavimentos que estaban dedicados al escurrido del alquitrán fundido para su recuperación.
