T. Taller de cocina
Arquitectos
Sol89. María González y Juanjo López de la Cruz
Colaboradores
Elena González y Rosa Gallardo, arquitectas
Arquitecto Técnico
Cristóbal Galocha
Cliente
ConTenedor Cultural SL
Constructora
Construcciones Alejandro Fdez. Carbonero
Ebanistas mesa
Hombre de madera y Nicholas Chandler
Fotografía
Fernando Alda

Una cocina es un buen taller: la casa de las manos; centro o anillo de todas las energías. En ningún otro lugar las manos se sienten más a gusto, más incitadas a hacer y a volver a hacer.
Ángel González en referencia a la cocina-taller de A. Calder Pintar sin tener ni idea, 2007.
Se trata de resolver un taller de cocina donde ensayar posibles recetarios e impartir cursos de gastronomía, catas de aceite, vino… El lugar de los comensales y del profesor cocinero han de coincidir en un único espacio didáctico; el resto del programa es apenas un vestíbulo, una recepción, un office, un aseo y abundante almacenaje. El uso de taller de cocina remite a una labor comunitaria en la que el hecho de cocinar se abre a un conjunto de personas, ya no es proceso oculto sino acción desvelada en la que el cocinero, verdadero oficiante de esta ceremonia, revela el secreto a los asistentes. Esta condición de acción participada evoca una liturgia asamblearia que, junto a la centralidad que confiere el pilar de fundición existente en el pequeño local, sugieren la configuración de un espacio alrededor del acto de cocinar. Proponemos entonces un lugar enroscado en torno al fuste que polariza el espacio, subrayando su centralidad mediante múltiples geometrías circulares y concéntricas a partir de él como máxima expresión del espacio de encuentro.